Susurros de A.G. Howard
Jeb me libera para tomar mi cara entre sus manos, casi sin tocarme, como si tuviera miedo de romperme. —Soy yo quien pierde el control. He dibujado cientos de bocetos de tu cara, y sigo sin tener bastante. —Delinea el hoyuelo de mi barbilla con el pulgar—. Tu cuello. —Su palma se mueve por mi garganta—. Tu… —sus dos manos encuentran mi cintura y me levantan de la mesa, de nuevo frente a frente—. No voy a desperdiciar otro segundo en dibujarte —susurra contra mis labios— cuando en lugar de eso puedo tocarte. |