Cómo cambian las prioridades al darnos cuenta de lo transitorio que somos, lo efímero que es el tiempo y lo inútil que es intentar controlarlo todo. La vida siempre tiene sus formas.
No era necesario que esperara una mala noticia, ni forzar aventuras frenéticas, para empezar a valorar la felicidad que existía en la simpleza; porque eran esos instantes de plenitud, por los que valía la pena vivir.