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La Débâcle de Émile Zola
Tuvo entonces una sensación extraordinaria. Le pareció que por encima de aquella ciudad ardiendo, asomaba ya una aurora. Era, sí, el final de todo; un encarnizamiento de la suerte, una acumulación tan grande de desastres, que ninguna nación los había tenido mayores
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Thérèse Raquin de Émile Zola
Cuando no hay esperanza para el futuro, el presente se tiñe de una infame amargura.
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La Taberna de Émile Zola
Bueno es no ser envidiosa, pero se reniega siempre cuando se ve a los demás calzarse nuestros zapatos y pisarnos con ellos.
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La Débâcle de Émile Zola
¡Ah! los zuavos y los turcos, ¡vaya unos valientes! Circulaban toda clase de leyendas; Alemania temblaba y se incomodaba, diciendo que era indigno de toda nación civilizada emplear en su defensa salvajes como esos.
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La Débâcle de Émile Zola
Juan Macquart, que estaba ocupado en el arreglo de su tienda de campaña, se puso de pie. Al primer anuncio de la guerra había abandonado su pueblo, Rognes, con la pesadumbre que le había producido el drama en que acababa de perder a su mujer Francisca y las tierras que le había llevado en dote; se había reenganchado a los treinta y nueve años, obteniendo inmediatamente los galones de cabo; con esta graduación se incorporó al 106° regimiento de línea
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Thérèse Raquin de Émile Zola
Tiene usted un defecto que le va a ir cerrando todas las puertas, no puede charlar ni dos minutos con un imbecil sin hacerle notar que es imbecil.
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La Débâcle de Émile Zola
Y en medio del salvaje egoísmo que los rodeaba, en aquel rincón de humanidad doliente, donde el hambre hacía sufrir atrozmente, debía acaso a esa abnegación completa, el beneficio imprevisto de conservar su tranquilidad y su salud; porque sólo él, firme aún, no perdía la cabeza
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La Débâcle de Émile Zola
Todos de pie, agitados, olvidando sus penas y sus fatigas, querían batirse, hacerse matar antes que continuar huyendo a la desbandada, sin saber cómo ni por qué
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La Débâcle de Émile Zola
La derrota había causado sobre todo un pueblo que creía segura la victoria, la emoción terrible en las calles, la convocatoria de las Cámaras, la caída del ministerio liberal que había hecho el plebiscito, desposeído al Emperador de su título de general en jefe, lo que le obligaba a entregar el mando superior al mariscal Bazaine
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Nana de Émile Zola
Había crecido en un arrabal, en el arroyo parisiense, y alta, hermosa, de carne soberbia como planta de estercolero, vengaba a los indigentes y a los abandonados, a los cuales pertenecía. Con ella, la podredumbre que se dejaba fermentar en el pueblo ascendía y pudría a la aristocracia. Ella se convertía en una fuerza de la naturaleza, en un fermento de destrucción, sin quererlo ella misma, corrompiendo y desorganizando. París entre sus muslos de nieve. Y al final del artículo aparecía la comparación de la mosca, una mosca de color de sol y envuelta en basura, una mosca que tomaba la muerte de las carroñas toleradas a lo largo de los caminos y que, zumbando, bailando, lanzando brillos de joya, envenenaba a los hombres con sólo ponerse sobre ellos, en los palacios que invadía entrando por las ventanas.
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La obra de Émile Zola
No, no es absoluto suficiente...No quiero irme contigo, no quiero ser feliz, quiero pintar.
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La Débâcle de Émile Zola
Entre los doce mil infelices a quienes costó la vida la Commune ¡cua´ntos hombres de bien hubo por cada pillo! Decíase que había llegado de Versalles la orden de cesar las ejecuciones. Pero, así y todo, se seguía matando, y Thiers iba a quedar como el asesino legendario de París, en su gloria de libertador del territorio
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La Débâcle de Émile Zola
Hasta entonces no se supo que el miércoles habían sido fusilados en la cárcel de la Roquette el arzobispo, el párroco de La Magdalena y otros muchos de los detenidos en rehenes por los comunistas; que el jueves habían sido cazados a tiros, como liebres, los dominicos de Arcueil; y que en el sector de la calle Haxo se había hecho el viernes una matanza de cuarenta y siete personas, entre las cuales había sacerdotes y gendarmes
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La Débâcle de Émile Zola
La parte sana de Francia, la razonable, la bien equilibrada, la campesina, era la que suprimía a la parte pervertida, exasperada, maleada por el Imperio, extraviada por los ensueños y por los goces, y había tenido que cortar su misma carne, como si se arrancase el alma, sin saber bien lo que hacía. Pero el baño de sangre era necesario y de sangre francesa; un holocausto tremendo, un sacrificio vivo en medio del fuego purificador.
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La Débâcle de Émile Zola
Allí fue, sobre todo, donde la matanza tomó proporciones aterradoras: hombres, muchachos, sentenciados por un indicio, por tener las manos ennegrecidas por la pólvora, o por llevar zapatos de munición; inocentes denunciados falsamente, víctimas de venganzas personales, clamando justicia, sin conseguir que les escuchasen
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La Débâcle de Émile Zola
Al anochecer, cuando se dispersaron los últimos individuos de la Commune, Delescluze cogió su bastón y como quien va de paseo, se fue traquilamente hasta la barricada del boulevard Voltaire, donde murió como un héroe
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¿En qué año nació Benito Pérez Galdós?