Victoria Vílchez Donate

Era extraño pensar en un nosotros. Quizás hay un momento para cada cosa y cada historia.

Quizás todos necesitamos a alguien que haga de hermano mayor, de amigo, que nos tienda la mano y que nos diga que todo va a salir bien.

¿Alguna petición?
Ya que estamos pidiendo... Una buena manguera será bienvenida

Al amor, al de verdad, imperfecto pero real

No éramos la mitad de nada, éramos nosotros, juntos, y Zeus había quedado desterrado de nuestras vidas para siempre.

—Dime que bailarás conmigo.
—Antes de que digas adiós.

La única razón por la que los cuentos de hadas existen es porque las hadas madrinas los creamos.

Por fin he comprendido que extrañar a alguien que ha salido de tu vida no implica que quieras que regrese a ella.

No éramos la mitad de nada, éramos nosotros, juntos, y Zeus había quedado desterrado de nuestras vidas para siempre.

¿He dicho ya que soy una miedica? Oh, sí, de las que duermen con la manta hasta el cuello incluso en verano. Porque de todos es sabido que una manta es como una capa de acero que te hace prácticamente invencible. También tengo la costumbre de no sacar ninguna extremidad de la cama, ya sabéis, no sea que haya escondido alguien bajo la cama.

En ocasiones, la vida pone en nuestro camino a personas que, por un motivo u otro, no necesitan más que unas pocas horas para ganarse un lugar en nuestro corazón. A veces, basta una mirada cómplice, una caricia con el dorso de la mano o un beso robado para conectar con alguien. Y de repente, y aunque suene a tópico, es como si os conocierais desde siempre.

Y en aquel momento tuve que admitir ante mí misma que ese estallido en mi pecho no era otra cosa que mi corazón estallando en mil pedazos.

¿Sabes? Solo tienes una vida, y es demasiado corta para que esperes a ser feliz mañana, porque mañana puede que tampoco lo seas, ni pasado mañana... Y pasarás los días anhelando convertirte en otra persona, porque ya ni siquiera recordarás quién eres.

Se gustan mucho. Pero a veces lo que más deseamos se convierte también en nuestro mayor temor.

A veces todos necesitamos a alguien que nos proteja.

No necesitaba a un hombre para sentirme realizada ni para encontrarle sentido a mi vida.

Hay momentos en la vida en los que sabemos que las cosas van a cambiar, que tomarán un rumbo diferente hagamos lo que hagamos. Puede que se trate de un simple presentimiento más que de una certeza, pero aún así lo percibimos como una realidad irremediable. Y yo era consciente de que algo en mí luchaba por transformarse, por salir al exterior y gritar hasta que mi voz se desgarrara; aunque no supiera de qué se trataba con exactitud.

Culpa. A veces , puede llegar a ser una emoción tan poderosa como el amor, solo que al contrario que este, nunca suele terminar con un final feliz. La culpa solo obliga, y hay cosas que es inútil forzar.

El amor puede curar las heridas mil veces mas rápido que el paso de los años. Pero para ello...para ello tienes que dejar que te quieran.

Tal vez baste con eso, simplemente con creer, con desearlo con todas mis fuerzas y convertirlo en realidad.