Excelente relato. Único de la autora ganadora del Nobel (primera mujer negra en ganarlo, si es que vamos a hablar de razas).
Es una excelente narración con complejidades éticas, y como ella mismo dijo "un experimento". ¿Quién es la víctima del experimento? Nosotros, los lectores. ¡Y funciona! ¿Por qué? Porque la historia cuenta la vida (a lo largo de los años) de dos niñas que se conocen en un centro de acogida, una es blanca y otra es negra. Es todo lo "descriptivo" que llegas a conocer.
¿Cuál es la blanca y cuál es la negra? ¡BINGO! Si lo llegas a descubrir, me cuentas. A mí y a los miles que lo hemos leídos.
Lo triste y lo probado por Morrison es que nos encontramos "queriendo adivinar" quien es la niña blanca y quien es la negra (también me declaro culpable) como único modo de lograr entender la historia. ¿Por qué tanta importancia a la raza? ¿Qué necesidad tenemos de "entender" una historia por el color de la piel y no por el simple hecho de que es la triste historia de dos niñas (sean como sean)?
Vivimos en una sociedad "clasificada" (¿existe el término?), "racializada" y "cosificada", y en este contexto se encuentran estas dos amigas una y otra vez a lo largo de su vida, muchas veces del otro lado de la verdad (la suya para cada quién), verdad que por supuesto incluye la diferenciación racial.
La historia de los Estados Unidos ( de allí es su autora), considerando su política y supremacía blanca se refleja en este libro todo el tiempo, y dentro de ese "saco" podemos incluso incluir las diferencias de género y de clases, el binarismo, la dura lucha sostenida por esa nación a lo largo de su historia y hasta hoy sobre estas cuestiones.
Increíble que queramos ser capaces, en una ficción, como es este libro, querer encontrar el choque entre las dos razas, creyendo hallarlo en como viven, como piensan, como se expresan, como son sus madres, como hablan, incluso como comen.
¡Mis respetos para la señora Morrison! Somos, todos como especie, una "raza" inferior incluso que la de un animal y nos lo demostró.
Este libro me hace recordar ciudades como Londres. La cual amo, cada piedra, cada edificación, su literatura e historia; pero si fríos nos ponemos, y humanos con memoria, deberíamos recordar (YO EN ESTE CASO) que la historia de una nación como esa (muchas las hay, sabemos) esconde detrás de la arquitectura y la belleza, el dolor de la esclavitud, la humillación de cientos seres humanos usados como raza inferior (o clase) en pos de la grandeza de una minoría abusiva e indiferente.
No hay una gran historia en este pequeño librito, no hay giros dramáticos ni personajes inolvidables, pero hay mucha, muchísima humanidad. Y no esa que limosneando nos hace creer buenas personas (calla conciencia, hoy hice la acción del día), la humanidad de Morrison es radical, comprometida, alta, clara y justa, como lo fueron los verdaderos grandes humanistas.
Lee esta historia, te tomará una hora para hojearla, un par más para reflexionarla, y ojalá toda la vida para olvidarla.
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