Hercules Oetaeus de Séneca
¡Oh, desdichado amor de hijo!: si impides que muera tu madre, eres un criminal para con tu padre; si la dejas morir, tu falta entonces es contra tu madre
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Hercules Oetaeus de Séneca
¡Oh, desdichado amor de hijo!: si impides que muera tu madre, eres un criminal para con tu padre; si la dejas morir, tu falta entonces es contra tu madre
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Hercules Oetaeus de Séneca
Cerradme las puertas del Elisio, esposas fieles que habéis alcanzado los recintos del sagrado bosque
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Hercules Oetaeus de Séneca
Acoge a tu hija, oh Altea, madre mía, reconoce 955ahora en mí un auténtico vástago tuyo[126]. Sin embargo, vuestras manos, ¿qué pérdida han causado tan grande como la que yo he causado?
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Hercules Oetaeus de Séneca
¿La sangre de Neso va a aplastar al que venció a las propias manos del terrible Neso?
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Hercules Oetaeus de Séneca
Todo aquel que se excusa en el hado y se perdona a sí mismo, merecía cometer su error: la sentencia es que se le condene a muerte
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Hercules Oetaeus de Séneca
Yo, al robaros al vengador, os he dejado a capricho de tiranos, de reyes, de monstruos, de fieras y de dioses crueles.
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Hercules Oetaeus de Séneca
¿Por qué pides un arma a los dioses? Deja en paz ya a tu suegro: a la esposa del Alcida debe darle vergüenza de implorar una muerte; esta mano sustituirá a las súplicas; yo misma iré a la muerte
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Hercules Oetaeus de Séneca
Apenas ha señalado su enfermedad, y empieza su furor: él mismo se desgarra sus propios miembros y trata de arrancarles bocados con su mano descomunal, intenta despojarse de las vestiduras…
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Hercules Oetaeus de Séneca
Hasta las estrellas es lanzado y rocía las nubes esparciendo su sangre. Así salta hasta el cielo la flecha que vemos disparada por la mano de un geta
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Hercules Oetaeus de Séneca
Y él, volviendo acá y allá su rostro con ardiente mirada, a uno solo entre todos intenta seguir y buscar, a Licas. Abrazándose éste al altar con mano temblorosa, se murió de miedo, sin dar apenas ocasión para el castigo
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Hercules Oetaeus de Séneca
Incluso es posible que Cloto haya arrojado de su mano temblorosa la rueca, temiendo llevar hasta el final los hados de Hércules
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Hercules Oetaeus de Séneca
Estos hados no los consideres exclusivos tuyos, madre: ya está lanzando gritos la raza humana entera: por ese, por quien tú entre ayes gimes, están gimiendo todos. Estás sufriendo una desgracia común a todas las tierras
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Hercules Oetaeus de Séneca
Se me antoja hacer una prueba: Neso había prohibido que ese terrible veneno de su sangre fuese expuesto a la llama de los rayos del sol. Justamente esa argucia me puso sobreaviso de que allí había una traición. Y, casualmente, sin que ninguna nube empañara su resplandor, el ardiente Titán daba rienda suelta a los calores del día… Todavía ahora apenas me deja el terror despegar los labios…
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Hercules Oetaeus de Séneca
Lloramos lo inseguro de tu lecho, venerable señora. Nosotras que solíamos contigo alborotar los vados del Aqueloo, cuando, cumplida ya la primavera, menguaba la crecida de las aguas y, empobrecido, iba serpeando con caminar sereno
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¿Qué objetousaron como traslador en el Mundial de Quidditch?