Nadando en un cubo de acelgas de Sandra Pequerul
Porque al final me había dado cuenta de que todo era efímero. Las cosas iban y venían y lo que se prometía para siempre, al final se descubría que tenía fecha de caducidad: el para siempre no existía, eso lo tenía claro. Lo único real era el presente, puesto que el pasado no era más que una historia del recuerdo y el futuro una ilusión que quizás nunca fuese a llegar.
|