Solo el acero de Richard Morgan
—No sabes nada de mí. —Con los dientes apretados—. Nada. Me has follado, eso es todo. Pues bien, bienvenido al puto club, tesoro. Y los humanos somos un hatajo de alborotadores embusteros, acuérdate. No es aconsejable confiar en nosotros entre las sábanas más que en cualquier otra parte.
|