Respiración artificial de
Ricardo Piglia
Uno sólo puede escribir sobre su cuerpo, grabar los libros en la carne de su cuerpo, pero mi cuerpo, dijo, es tan abominable y yo lo odio como nadie jamás ha podido odiar nada en este mundo. Nadie puede saber, dijo la mujer, qué clase de odio es el odio que yo tengo por mi cuerpo. Nadie, dijo, puede saber como sé yo qué cosa es tener asco de sí mismo. ¿Cómo podría entonces ella, dijo, escribir sobre su vida?, y por eso otra vez estoy condenada, dijo la mujer; porque entonces lo que escribo no puede ser más que esas historias tejidas en la pobre tela del olvido.