No entres dócilmente en esa noche quieta de Ricardo Menéndez Salmón
«Comprender el desamparo de todos los hombres, pero sin compasión.» Esta frase de Thomas Bernhard, uno de los escritores que ha iluminado mi pasión, se podría aplicar a aquellos años neblinosos y a la vez recalcitrantes, donde ninguna tregua se nos concedió. No disculpo a mi padre, pero tampoco lo condeno. Lo primero sería inútil; lo segundo, injusto. Si he aprendido algo con la madurez es que juzgar a las personas con una vara inflexible conduce a errores de bulto y a conductas fariseas.
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