El leve aliento de la verdad de Ramón Dóaz Eterovic
un rostro moreno, definitivo, surcado por la vida. Ojos negros, con el brillo añejo de las lágrimas de la infancia, cansados de ver vidas ajenas y el inevitable morir de la ciudad. Ojos hechos para paisajes otoñales y la estrecha luz de bares turbios. Labios dispuestos para el gesto tímido de una sonrisa, besos apasionados o un cigarrillo. Dientes firmes, pero habitualmente ocultos por la falta de entusiasmo. Un mentón que conserva entre sus recuerdos más golpes que caricias. Ese soy yo.(página 211)
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