Los siete hijos de Simenon de Ramón Dóaz Eterovic
el mundo cambiaba de prisa y yo me resistía a cambiar con él, aferrado a una ciudad tranquila, con bares cuyas mesas fueran de madera, vehículos antiguos y trenes que llegaban siempre atrasados. Un nuevo siglo se acercaba y me preguntaba por mi lugar en una ciudad dividida entre barrios custodiados y luminosos, y otros arrabaleros, de cuyos rincones salía cada mañana una caravana de seres resignados.Era un extraño en mis propias calles y recorrerlas era un ejercicio cada vez más exigente para la memoria. MI barrio cambiaba; crecían edificios nuevos, antenas y avisos de neón que ocultaban el azul del cielo...
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