El asesinato de Leah Phar de Rafael de la Rosa
Vámonos a casa. Vámonos a algún sitio conocido, lejos de mi cuerpo que se pudre enterrado a dos metros bajo tierra. Vámonos a la casa de los gritos, de las mentiras. Corramos al calor del hogar, donde se quemaron nuestras vidas. Vamos, conduzca, por favor. Y no se detenga en ninguna curva a recoger a ninguna joven perdida; en este coche ya tenemos un fantasma.
|