Tres malditos en Lay City de Pablo Carnicero de la Cámara
Su lema era sencillo:« Es preferible pedir perdón que pedir permiso »
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Tres malditos en Lay City de Pablo Carnicero de la Cámara
Su lema era sencillo:« Es preferible pedir perdón que pedir permiso »
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Tres malditos en Lay City de Pablo Carnicero de la Cámara
El humo de los cigarrillos cargaba el ambiente, creando una neblina difusa aderezada por el sudor de los bailarines que ocupaban la zona de baile y el perfume barato de muchos de los parroquianos.
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Tres malditos en Lay City de Pablo Carnicero de la Cámara
Ya sabe: mi marido estaba mal visto por mucha gente. - Por los blanco que no admiten que uno de ellos pueda casarse con una negra. |
El León de Aquilonia de Pablo Carnicero de la Cámara
Quiero aprender la manera civilizada de hacer la guerra; estoy harto de robar y perseguir demonios y brujos.
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Las Crónicas de Dartios de Pablo Carnicero de la Cámara
Oro. Ese vil metal que corrompe las almas de los hombres con mayor ferocidad que la peor de las enfermedades.
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Las Crónicas de Dartios de Pablo Carnicero de la Cámara
—Por todos los dioses, brujo —protestó Conan mientras su compañero se encaramaba a él—, este tugurio apesta más que las cloacas por las que hemos llegado.
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Las Crónicas de Dartios de Pablo Carnicero de la Cámara
Y sabes bien que no me gusta nada la magia ni todo lo relacionado con ella, aunque te tolere como amigo.
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El secreto de los Dedos de Aignes: Una aventura trepidante en plena II Guerra Mundial de Pablo Carnicero de la Cámara
Por lo que a mí respecta, me parece un temerario, y los cementerios y hospitales se encuentran repletos de imprudentes como él.
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El secreto de los Dedos de Aignes: Una aventura trepidante en plena II Guerra Mundial de Pablo Carnicero de la Cámara
La guerra sitúa a todos los hombres que la sufren en situaciones extremas, de manera que el que nada tiene es capaz de ofrecer lo poco que posee, acostumbrado a las penalidades.
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El secreto de los Dedos de Aignes: Una aventura trepidante en plena II Guerra Mundial de Pablo Carnicero de la Cámara
Percibió el olor del miedo, del sudor que invadía la panza del C47: olía a pólvora, a hierro forjado para matar; sentía la ansiedad y la tensión que dominaban al soldado que aguardaba junto a él un destino desconocido.
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El León de Aquilonia de Pablo Carnicero de la Cámara
¡Por Crom! ¡Si la civilización emplea la magia de esta manera, no me extrañará nada que termine devorándose sola!
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El León de Aquilonia de Pablo Carnicero de la Cámara
Odiaba la magia con todas las fuerzas que su naturaleza bárbara le permitían, pero comprendía que formaba parte intrínseca de aquella civilización decadente.
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El León de Aquilonia de Pablo Carnicero de la Cámara
El olor de la estancia era penetrante: una mezcla del sudor de los parroquianos, el sebo de las velas y el hierro que muchos de ellos cargaban en sus cintos.
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¡Que vengan cuando quieran! de Pablo Carnicero de la Cámara
Cumpla con mis órdenes y vuesa merced descubrirá que mi palabra vale más que cualquiera de los documentos firmados por judíos o cristianos
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Gregorio Samsa es un ...