Un cuento oscuro de Naomi Novik
Miré los libros. Estaban apilados en una sola columna, lo suficientemente bien dispuestos, con los colores similares situados los unos junto a los otros… —… ¿color? —dijo él, levantando la voz—. ¿Por color? Pero tú… —Estaba furioso, como si hubiera sido culpa mía. ¿Era posible que le hubiese hecho algo a su magia, cuando extrajo de mí la fuerza para alimentarla?—. ¡Ah, fuera de aquí! —me gruñó, y yo me fui a toda prisa y con un secreto placer de resentimiento: qué maravilla , si es que le estaba estropeando su magia de alguna manera. |