Amor a Cuatro Estaciones: El Diario De Una Ilusión de
Nacarid Portal Arráez
Paciencia, le decía el tiempo a la semilla. Paciencia, le volvía a repetir. La semilla rebelde, incapaz
de escuchar envidiaba a los árboles, quería crecer, quería conocer en lo que se iba a convertir. Una
semilla queriendo ser grande, anhelando la etapa de madurez. ¡Quiere ser exitosa y que todos la
puedan ver! Cuando las gotas de agua la rozaban no disfrutaba el espectáculo, anhelaba más; ¡Muchas
gotas de lluvia que la pudieran saciar! Cuando el sol brillaba para ayudarla en su evolución, ella se
quejaba, codiciaba toda su atención, no pretendía compartir sus rayos con las demás semillas de su
alrededor. Impaciente, la semilla quería dejar de ser insignificante, no veía su belleza, no veía su
grandeza.
Su existencia daba vida a otras vidas pero ella no lo sentía. Confundió grandeza espiritual con
grandeza física y de esa forma dejó de valorar. El cielo decidió darle una lección, la lluvia y el sol
serían solo para ella. Ten- dría atención especializada cada día. ¡La impaciencia de la semilla cesó!
Empezó a dar frutos pero de tanta lluvia, se empezó a ahogar. De tanto sol, seguido de la lluvia, se
empezó a quemar. Se ahogaba y se quemaba mientras las otras semillas iban creciendo velozmente
hasta que el cielo le explicó:
—Desperdiciamos nuestra vida deseando con envidia lo que podemos tener si somos capaces de
trabajar y de ser pacientes. Quitarle algo a alguien para triunfar solo traerá futuros fracasos.
Estropear el proceso de alguien para llegar más lejos te impedirá disfrutar el camino. El éxito es
efímero para los ventajosos, que utilizan su comodidad para hundir a quienes podrían ayudar.
»No te quiero ahogar, no te quiero quemar. Solo quiero enseñarte sobre la humildad. De tanto añorar,
tuviste el deseo que querías y lo que deseaste te está matando. Disfruta ser semilla, luego, cuando
seas un gran árbol, lo extrañarás. Todo pasa en el segundo exacto, déjate llevar. La hermosura es
interna, lo irás descubriendo.
Ahora me despido, querida semilla, lo hago dándote una segunda oportunidad. Escucha al tiempo, te
casarás con él.
El silencio latente se apoderó del bosque, y la semilla decidió volver a comenzar
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