Los hemisferios de Mario Cuenca Sandoval
Las palabras tienen algo que sosiega, cierta virtud curativa; nos ponen a salvo. Es cierto: algunas realidades, tan compactas y tan llenas de sí mismas, no pueden ser abordadas con palabras. Son impenetrables y su absoluta opacidad nos deja mudos. El corazón de todo lo visible es así, denso y opaco. Pero que lo más real quede más allá del lenguaje no vuelve estéril la tarea de lidiar con el lenguaje. Todo lo contrario: obliga a valerse del lenguaje para salir del estupor. Para cercarlo. Por eso su batalla con las palabras sigue teniendo pleno sentido.
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