Son de mar de Manuel Vicent
Los marineros de los barcos de cabotaje que en primavera atraviesan en la oscuridad esta latitud saben que están navegando las aguas de Circea porque el olor de azahar llega también hasta alta mar. En los bares del puerto se dice que ese aroma llena de amor a los delfines e incluso pone muy tiernos a los tiburones. Algunos marinos mercantes cuentan que han enloquecido mientras pasaban de noche por esta costa en primavera pero que su locura desaparecía a medida que se alejaban, algo que no les sucede a los que viven en tierra que no tienen posibilidad de escapatoria.
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