El cementerio de los suicidas de Manuel Hurtado Marjalizo
Había algo extraño en su cuerpo, tal vez sus desproporcionadas piernas, la forma de levantar los hombros o la ausencia de cuello. Andando parecía un pajarraco, quizás un buitre. Caminaba a grandes zancadas y lo hacía con prisa, apartando a empellones los obstáculos que se cruzaban en su camino. Cuando llegó a la salida descendió del vagón y, haciendo caso omiso del aguacero, avanzó sin vacilación hasta perderse tras el manto húmedo de la tormenta |