Montauk de MAX FRISCH
El escritor recela de los sentimientos que no se prestan a ser publicados. Él espera entonces su ironía. Supedita sus percepciones a la cuestión de si son dignas de ser escritas, y vive de mal grado lo que no puede en absoluto poner en palabras. Esta enfermedad profesional del escritor convierte a algunos en bebedores.
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