Las que se atrevieron de Lucía Asué Mbomío Rubio
Las palabras a veces son cárceles que encierran realidades. De nosotros depende romper los barrotes de su forma.
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Las que se atrevieron de Lucía Asué Mbomío Rubio
Las palabras a veces son cárceles que encierran realidades. De nosotros depende romper los barrotes de su forma.
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Las que se atrevieron de Lucía Asué Mbomío Rubio
El problema es que la vida no se puede planear, porque es ella la que te lleva y no a la inversa, da igual que nosotros creamos que sí.
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Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
Por eso, los migrantes y sus hijos son eternos errantes, aunque no se muevan. Son el puente que une, la frontera que separa. Son corazón y son nnem, depende del momento, depende de los otros, y depende de ellos mismos. Ella ya no es Sandra ni es Nnom, es todo junto, hasta sus nombres gritan su riqueza, su intersección y su diferencia. Narran el sendero que empezó antes de que ella naciera y que está lleno de trechos bellos y vías muertas. No queda otra que seguir la marcha: nació en un camino y continúa en él.
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Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
—Las excepciones no existen porque no existen personas que sean la regla. Ninguna comunidad es homogénea, por eso no deberíamos hacer lo que nos han hecho. —¿El qué? —Juzgarnos. |
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Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
Las personas negras rara vez parten de cero, siempre comienzan en negativo.
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Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
El caso, papá, es que yo creo que los hijos de las personas que migráis, a veces necesitamos tomar el relevo y continuar el camino, buscar nuestro sitio. No el que nos toca sino el que elegimos, para que si nos preguntan de dónde somos o nos cuestionan, al menos podamos contar una historia propia y no la de nuestros padres.
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Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
Hay insultos que transcienden las palabras, son los flecos que asoman de tejidos tan pesados y tan largos que su inicio está en otro tiempo y lugar. No siempre se da con el origen y hallarlo tiene efectos secundarios: provoca alivio y dolor al mismo tiempo.
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Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
"Así es la vida de los que no sois ni una cosa, ni la otra."
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Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
"A Sandra se le llenaron los ojos de nubes, y dejó que le llovieran."
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Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
Todo estaba relacionado con lo mismo, con ser hija del camino, con exprimir cada sitio y luego levantar el vuelo sin equipaje, para que no le pesaran los sentimientos hacia las personas y las despedidas dolieran menos. Sandra escogió disfrutar de lo que cada trecho le ofrecía.
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Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
La nostalgia es peligrosa. Te hace ver todo bonito. Hasta lo que no lo es.
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Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
La tradición era un agujero sin fondo en el que se metían todas las preguntas sin respuesta y que servía para perpetuar desigualdades.
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Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
Le repugnaba el orden de prioridades de los medios de comunicación, que le ponían luz a una parte del mundo y condenaban a las tinieblas a otra; que dejaban sin nombre a las personas que fallecían en el Mediterráneo y que se afanaban en dar hasta el más mínimo dato de quienes nacían en el lado «bueno» del estrecho de Gibraltar.
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Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
Hay gente que piensa que el racismo no es más que una sarta de complejos que sirven para justificar los fracasos, y luego hay personas como Sandra, para quienes es un pulpo con infinidad de tentáculos que condicionan sus relaciones y los abocan a la soledad.
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Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
Para Sandra, crecer sin referentes era como caminar sin rumbo y sola; como caerse muchas veces, limpiarse el polvo de las rodillas y continuar.
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Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
El endorracismo, una forma atroz de autodesprecio derivada de la interiorización de los estereotipos que existen en torno a lo que se supone que es ser negro. «Para ser negra eres guapa», «fíjate qué buenas notas saca, y eso que es negra», «es negra, pero no da problemas», «ya sabes cómo son los negros» o «pero si tú de negra solo tienes el color», eran frases que ella combatía y que llevaba prendidas en las entrañas. Quitarse esos prejuicios no era tan fácil, requería darse la vuelta como un calcetín y arrancarse los ojos para cambiar su mirada.
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Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
Juntos exhumaron la historia enterrada y juntos recibieron el abrazo de una realidad en la que las personas negras no eran eternas segundonas sino protagonistas, héroes y heroínas. Primero los leía Sandra y después él, o a la inversa, y los comentaban. Cada página les daba un motivo para recordar que eran importantes, que existieron y que existían.
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Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
—¿Dónde he nacido o de dónde me siento? —Interesante —contestó Max —. Las dos cosas. —Soy mitad de Guinea Ecuatorial y mitad española. [...] Era las dos cosas, le pesara a quien le pesase; ahora bien, en los sentimientos, la biología no mandaba. Si Sandra seguía sintiéndose de Guinea Ecuatorial era porque no la dejaban sentirse de España. |
Hija del camino de Lucía Asué Mbomío Rubio
El padre de Sandra vivía en una contradicción permanente, puesto que por un lado trataba de inculcar a sus hijas un sentimiento de pertenencia a su pueblo fang, presente en varios países de África Central, pero por otro daba la sensación de que tenía la obligación permanente de contarle a todo el mundo que tenía estudios, que trabajaba, «que no era como el resto»...
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El nombre de la nación desde donde se organizan los juegos cada año es...