Vencedora de Lesley Livingston
Simples palabras, simples promesas. El mismísimo voto que juraban los hombres en sus anillos de tierras y espadas. No éramos distintas; sí lo éramos. Y nadie se sorprendió más que yo por ello. Éramos renegadas y esclavas, huérfanas y no queridas y antaño princesas. Éramos infamia... Pero éramos una hermandad.... Y éramos poderosas |