Contando atardeceres de La Vecina Rubia
Hay veces que el destino se empeña en ponerte delante a una persona una y otra vez. Es inevitable pensar que hay un porqué para ello y que la casualidad responde a un motivo: una puerta que queda por cerrar, una herida por sanar, un perdón que nunca llegó o un beso que quedó pendiente.
|