La Espada maldita de Jon Courtenay Grimwood
Tycho permanecía en guardia intentando descubrir las intenciones de Desdaio. Pero resultó que solo pretendía que se hicieran amigos. Dado que era un esclavo y ella una mujer inmensamente rica, se preguntó por qué solo a él aquella idea le parecía una estupidez. —¿Qué hiciste esta mañana? Estuve apuñalando cuerpos en el depósito hasta que el puñal ya no cortaba más y los cadáveres estaban hechos picadillo… Le tentó la idea de decírselo para ver cómo reaccionaba. Primero había pasado horas aprendiendo dónde había que apuñalar y luego muchas más horas practicando con cadáveres de mendigos, delincuentes y extranjeros. Personas por las que nadie se interesaría. |