Hiroshima de John Hersey
A la mañana siguiente encontré a muchos de los hombres y mujeres muertos, a quienes había dado agua la noche anterior. Pero, para mi gran sorpresa, nunca escuché que nadie gritara, aunque sufriera tan grande agonía. Murieron en silencio, sin rencor, apretando los dientes para soportarlo. ¡Todo por la patria!
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