Tiempo extraño de Joe Hill
No era su derecho a tener pistola o no sólo su derecho a tenerla. Había más. Le daba la impresión de que aquella América en la que una latina sonriente podía alejarlo de su hijo tenía algo de obscena. Daba igual que él trabajara cincuenta horas a la semana, daba igual que se hubiera sacrificado como soldado para representar a su nación en una tierra extraña y hostil. La idea de la negra diminuta sonriéndole mientras le pegaba el móvil a la cara y lo acribillaba a preguntas con doble sentido lo ponía malo. Era grotesco que viviera en una sociedad en la que alguien como ella se ganaba la vida humillando a alguien como él.
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