Cuernos de Joe Hill
-Siempre se ha dicho que Satán es el enemigo, pero Dios teme a las mujeres más incluso que al demonio, y hace bien. La mujer, con su poder de engendrar vida, es quien fue hecha a la imagen y semejanza del Creador, no el hombre, y ha demostrado ser, con mucho, más digna de la adoración del hombre que Cristo, ese barbudo fanático que disfrutaba anunciando el fin del mundo. Dios salva, pero no aquí ni ahora. Sus promesas de salvación son sólo eso, promesas. Como todos los charlatanes, nos pide que paguemos ahora y tengamos fe en que más tarde recibiremos. Las mujeres, en cambio, ofrecen otra clase de salvación, más inmediata y satisfactoria. No posponen su amor a una eternidad lejana e improbable, sino que nos lo brindan en el momento, al menos a aquellos que lo merecen. Así ocurrió conmigo y con muchos otros. El demonio y la mujer han sido aliados frente a Dios desde el principio, desde el mismo momento en que Satán se presentó ante Adán en forma de serpiente y le susurró que la verdadera felicidad no residia en la oración, sino en el coño de Eva.
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