UN ASESINO TRAS LA PANTALLA de Gabriel Azores
—Un día, tu padre cogió tu preciosa carita con ambas manos y te dijo mirándote fijamente a los ojos; «céntrate», y te dio un beso en la frente. Y aunque parezca mentira, creíste en sus palabras e hiciste un acto de fe para disfrutar aquel día encima de tu bicicleta. Tu padre hizo que encontraras el equilibrio necesario para enfrentarte a tu primera dificultad con éxito siendo tan pequeña. Él supo ver en ti esa fortaleza antes que yo.
|