Muerte y filosofía de Filco
El alma del melancólico se atormenta así por la falta de sentido, por la carencia de un afuera al que hacer referencia y al que poder acudir en busca no ya de consuelo, sino de salida de un yo trastornado, anquilosado en el sí mismo. La vaciedad se apodera del interior. La perdición o la salvación carecen de significado. Nada, en absoluto, resulta motivo suficiente para aquietar el ánimo, y entonces aparecen los quebrantos físicos, la somatización que acompaña, como desagradable compañero de viaje, a los síntomas melancólicos.
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