La maldición de los reinos de Erya
Y por fin llegó el día que ella no apareció en su corredor. Ya la estaba esperando oculto detrás de la puerta que daba al pasillo. Aguardó a la muchacha largo rato y no oyó nada. No escuchó sus pasos amortiguados por la alfombra rubí ni su voz cantarina tarareando alguna dulce melodía.
|