Vera de Elizabeth von Arnim
"¿Y qué hago si, al mirarme, no me veo a mí misma, sino a Vera? El espejo está acostumbrado a Vera....".
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Vera de Elizabeth von Arnim
"¿Y qué hago si, al mirarme, no me veo a mí misma, sino a Vera? El espejo está acostumbrado a Vera....".
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Vera de Elizabeth von Arnim
Su antigua esposa tampoco había tratado sus libros con el cuidado apropiado, siempre estaba leyéndolos.
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Vera de Elizabeth von Arnim
Es efímera la vida del hombre plagada de penas. Apenas brota y lo arrancan, como a una flor; no es sino una sombra que nunca descansa.
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Vera de Elizabeth von Arnim
- ¿En qué piensas? - le preguntó Wemyss al ver lo silenciosa que estaba. - Estaba pensando - le respondió - que tú eres mi corazón. - En ese caso, trátalo con cuidado, ¿eh? dijo Wemyss. - Ambos lo haremos. |
Vera de Elizabeth von Arnim
¿hay algo mejor que tener un marido entregado? Y la viuda, que había tenido tres maridos y que sabía de lo que hablaba, le respondió con la calma típica de quien ya ha terminado su viaje y puede mirar atrás y evaluar con calma: —No tener ninguno. Amarillo subrayado | Ubicación: 2,156 Te gustaría…?». Pero si a ella no le gustaba y respondía sinceramente, como solía hacer antes de aprender a no hacerlo, llegaban los problemas. Problemas mudos. Wemyss se sumía en un aislamiento herido, pues su pregunta había sido puro ornamento y su amorcito debería, según él, querer lo mismo que él quisiera de forma instintiva. Amarillo subrayado | Ubicación: 2,178 El amor la había hecho miserable, pues en el amor se escondía el miedo a herir al amado. Que las Escrituras afirmaran que el amor perfecto expulsa cualquier temor le hacía pensar que, en realidad, no tenían ni idea de lo que hablaban, pues en su amor, sin duda perfecto, sí había temor. Amarillo subrayado | Ubicación: 2,629 contrastaba mucho con la curiosidad y el interés inquietos de su padre y de sus amigos, con esa hambre insaciable de debatir y discutir. Para esa gente, aquello era la sal de la vida, una exploración incansable de sus ideas, el choque de una contra la otra y la creación de otras nuevas como resultado de ese choque. En cambio, Lucy empezaba a percibir que, para Everard, la discusión solo significaba contradicción, y a él no le gustaba la contradicción, Amarillo subrayado | Ubicación: 3,003 No tardó ni cinco minutos desde que Lizzie se había ido en pasar de la tristeza y la perplejidad más absolutas a inventar justificaciones para Everard; a los diez minutos, ya le encontraba la lógica a su comportamiento; a los quince, ya se estaba culpando a ella misma por lo que había ocurrido. Amarillo subrayado | Ubicación: 3,009 Lucy acababa de saber que Wemyss tenía mal genio. Hasta ese momento, lo único que había descubierto era su extraordinaria capacidad de ofenderse. Bueno, si tenía mal genio, ¿qué podía hacer él? Había nacido así, igual que si hubiera nacido cojo. ¿Acaso lo habría amado menos a causa de su cojera? ¿Se le habría ocurrido sentirse molesta por ella, tomársela como un agravio? Amarillo subrayado | Ubicación: 3,234 Nadie había amado tanto a ninguna mujer como él amaba a Lucy. Solo tenía que mostrarse arrepentida. Solo tenía que pedir disculpas como era debido y con sinceridad. Luego podría volver a besarla. Amarillo subrayado | Ubicación: 3,408 Era extraño que, aun abrazando el cuerpo de alguien, aun estando tan cerca los corazones de ambos, una persona pudiera estar tan lejos de quien la abrazaba. Era así como funcionaban las prisiones: retenían tu cuerpo creyendo tenerte controlado, pero mientras, tu mente, tú… eras libre como un pájaro en el cielo. Amarillo subrayado | Ubicación: 3,776 Y, desesperada, pensó que lo único que se podía hacer en el matrimonio era dejarse llevar. Amarillo subrayado | Ubicación: 4,457 La creencia generalizada en Strorley era que la nueva señora Wemyss tenía que ser camarera, mecanógrafa o institutriz, es decir, muy atrevida, muy pobre o muy sumisa. Si no, ¿por qué se + Leer más |
Vera de Elizabeth von Arnim
Está muy enamorada, ¿sabe? —¿Ah, sí? No me diga. Comprendo. Pues hasta mañana. —Se dio la vuelta para irse, pero se detuvo una vez más—. Es increíble, realmente increíble —¿Qué es increíble? —Las cosas que se hacen por amor. —Tiene usted toda la razón —convino la señorita Entwhistle recordando todo lo que Lucy había hecho. Pareció que fuera a decir algo más, pero cambió de opinión, se montó en su carruaje y se perdió en la distancia. |
Vera de Elizabeth von Arnim
¿Qué era esa humillación que había sentido durante la luna de miel, ese ansioso deseo de complacer, de evitar cualquier ofensa, sino temor? Era un amor con miedo, miedo a ser herida, a no llegar a ser capaz de creer incondicionalmente, a no llegar a ser capaz.
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Vera de Elizabeth von Arnim
Lucy dejó de intentar entender nada. Le resultaba imposible seguirle el ritmo con esos cambios tan abruptos; estaba cansada, muy cansada...
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Vera de Elizabeth von Arnim
Le parecía que, desde el inicio de los tiempos, habían avanzado juntos de la mano hacia ese preciso lugar, hacia esa precisa casa y ese jardín, hacia ese preciso año, ese agosto, ese preciso instante de la existencia.
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Vera de Elizabeth von Arnim
Ven y mírate en el espejo. ¡Verás lo pequeña que eres en comparación con las demás cosas de la habitación!
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Vera de Elizabeth von Arnim
---- No ---- respondió su amiga, a quien la sabiduría había concedido el don de la síntesis.
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-Después de todo-dijo-, ¿hay algo mejor que tener un marido entregado? Y la viuda, que había tenido tres maridos y que sabía de lo que hablaba, le respondió con la calma típica de quien ya ha terminado su viaje y puede mirar atrás y evaluar con calma. -No tener ninguno. |
Vera de Elizabeth von Arnim
El desastre constituía el terreno común en el que se habían conocido, la Muerte misma los había presentado.
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Vera de Elizabeth von Arnim
Por mucho que intentara vaciarse de todo lo que no fuera aceptación y amor, resultaba que solo era capaz de controlar su cuerpo, que reposaba con pasividad entre los brazos de Wemyss. Pero su mente se negaba a hacerlo, se empeñaba en pensar. Era extraño que, aun abrazando el cuerpo de alguien, aun estando tan cerca los corazones de ambos, una persona pudiera estar tan lejos de quien la abrazaba.
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Todos los perros de mi vida de Elizabeth von Arnim
Cuando un perro te ama, eso es para siempre, hasta su último ladrido. Así es como me gusta ser amada, y por eso hablaré de perros”. Página 1. |
Vera de Elizabeth von Arnim
Era extraño que, aún abrazando el cuerpo de alguien, aún estando tan cerca los corazones de ambos, una persona pudiera estar tan lejos de quien la abrazaba.
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Vera de Elizabeth von Arnim
“El desastre constituía el terreno común en el que se habían conocido, la Muerte misma los había presentado.”
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Vera de Elizabeth von Arnim
No era necesario pensar. Desde su punto de vista, las cosas eran blancas o negras.
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Vera de Elizabeth von Arnim
Esta era pues, la única nube oscura que flotaba en el cielo azul de Lucy: saber que su tía no era del todo feliz.
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¿En que trabaja Kote?