Regreso a Howards End de E. M. Forster
Para Margaret, esta vida constituía una fuerza real. No podía despreciarla, como aparentaban hacer Helen y Tibby. En esa vida florecen virtudes como la precisión, la decisión y la obediencia, virtudes de segunda categoría, sí, pero virtudes que han forjado nuestra civilización; virtudes que forjan también el carácter, Margaret no lo ponía en duda, impidiendo que el alma se ablande. ¿Cómo se atreverían los Schlegel a menospreciar a los Wilcox, cuando unos y otros son necesarios para construir un mundo?
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