El cuento número trece de Diane Setterfield
Era un hombre hecho para la lluvia y los pasatiempos de interior.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Era un hombre hecho para la lluvia y los pasatiempos de interior.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Tú estás viva; pero estar viva no es lo mismo que vivir.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Yo vivía entre sombras, me había hecho amiga de mi dolor.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
La gente desaparece cuando muere. La voz, la risa, el calor de su aliento, la carne y finalmente los huesos. Todo recuerdo vivo de ella termina.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Una buena historia deslumbra más que un pedazo de verdad
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Las palabras tienen algo especial. En manos expertas, manipuladas con destreza, nos convierten en sus prisioneros. Se enredan en nuestros brazos como tela de araña y en cuanto estamos tan embelesados que no podemos movernos, nos perforan la piel, se infiltran en la sangre, adormecen el pensamiento. Y ya dentro de nosotros ejercen su magia.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
¿Y mis sentimientos? Vergüenza, pues había mentido. Naturalmente que amaba los libros más que a las personas. Naturalmente que Jane Eyre tenía más valor para mí que el desconocido que ponía en marcha la palanca.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Las palabras tienen algo especial. En manos expertas, manipuladas con destreza, nos convierten en sus prisioneros.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Las historias necesitan palabras. Sin ellas palidecen, enferman y mueren. Y luego te persiguen.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Todo el mundo tiene una historia. Es como la familia. Quizá no la conozca, quizá la haya perdido, pero así y todo existe. Puede alejarse de ella o darle la espalda, pero no puede decir que no la tiene. Lo mismo sucede con las historias.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Como le ocurre a mucha gente solitaria, mis sentidos perciben intensamente la presencia de otras personas.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Una conversación ligera, insustancial, generada para mantener el silencio a raya; el silencio donde moraban sus demonios.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
¿Qué es lo que permite a los humanos ver más allá del fingimiento del otro?.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Nos acostumbramos tanto a nuestros propios horrores que olvidamos el efecto que pueden tener en otras personas.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Se podía escuchar el poder de su cerebro en su voz, que era queda pero rauda, con facilidad para encontrar las palabras justas para la persona justa en el momento adecuado. Su inteligencia se advertía en los ojos: castaños y muy brillantes, como los de un pájaro, observadores, penetrantes, coronados por unas cejas fuertes y cuidadas.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Los ojos espantados, los brazos magullados, los muslos ensangrentados, eran borrados de su memoria en cuanto se volvía.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
Imagínate que sobrevives a un terremoto y al recuperar el conocimiento te encuentras ante un mundo irreconocible. El horizonte ha cambiado de lugar. El sol tiene otro color. Nada queda del terreno que conocías. Tú estás viva; pero estar viva no es lo mismo que vivir.
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El cuento número trece de Diane Setterfield
-Solo determinadas mentes, señorita, pueden ver cosas que no existen. Soy un tipo sensato. Donde no hay nada que ver, no veo nada
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¿A quien baila Raquel en la fiesta en la casa de los hidalgo?