El descubrimiento de las brujas de Deborah Harkness
El rey se limita a estar ahí, moviéndose un escaque cada vez. La reina puede moverse con toda libertad. Supongo que prefiero perder la partida antes que sacrificar su libertad
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El descubrimiento de las brujas de Deborah Harkness
El rey se limita a estar ahí, moviéndose un escaque cada vez. La reina puede moverse con toda libertad. Supongo que prefiero perder la partida antes que sacrificar su libertad
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El descubrimiento de las brujas de Deborah Harkness
El olor de la biblioteca, esa mezcla única de piedra antigua, polvo, carcoma y papel, siempre me levantaba el ánimo
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El libro de la vida de Deborah Harkness
-Cariño, vosotros erais mucho más que amantes malditos, y entiendo lo romántico que puede ser sentir que estáis solos contra el resto del mundo -dijo Sarah con una risilla-. Al fin y al cabo, Em y yo éramos amantes malditas. En el estado de Nueva York en la década de 1970, nada más maldito que dos mujeres enamoradas. - Su tono se volvió más serio-: Pero el sol siempre vuelve a salir. Los cuentos de hadas no hablan demasiado sobre lo que les ocurre a los amantes malditos a plena luz del día: simplemente hay que encontrar la manera de ser feliz.
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El descubrimiento de las brujas de Deborah Harkness
-Puedo decirte como científico, Diana, que no existe eso que tú llamas « normalidad». -Su voz estaba perdiendo su cuidadosa suavidad-. La «normalidad» es un cuento para hacer dormir a los niños..., una fábula que los humanos se repiten para sentirse mejor cuando se enfrentan a las pruebas abrumadoras de que la mayoría de las cosas que suceden a su alrededor no son de ninguna manera «normales».
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La sombra de la noche de Deborah Harkness
- La medida del tiempo para los vampiros es diferente para los sangre caliente -dijo él, todavía incapaz de soltarme. -¿Cuánto dura un minuto para un vampiro, entonces? -pregunté, hundiendo la nariz bajo su barbilla. -Es difícil de decir -murmuró Matthew-. Un período de tiempo entre un minuto ordinario y una eternidad. |
El descubrimiento de las brujas de Deborah Harkness
Empieza con la ausencia y el deseo. Empieza con sangre y miedo. Empieza con el descubrimiento de las brujas. |
La sombra de la noche de Deborah Harkness
—No debería ser tan descarado. A mi abuela le sienta tan mal como que le echen por tierra un trato en los negocios. Pero esta es la cuestión, Phoebe —dijo Whitmore, antes de poner la boca a unos centímetros de su oreja. Luego bajó la voz hasta convertirla en un susurro—. Al contrario que a los hombres que te han llevado a cenar y tal vez te hayan acompañado después a casa para ver si conseguían algo más, a mí tu corrección y tus buenos modales no me asustan. Más bien todo lo contrario. Y no puedo evitar imaginar cómo serás cuando todo ese gélido autodominio se funda.
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La sombra de la noche de Deborah Harkness
—Philippe me dijo un día que el apareamiento era cosa del destino. Que, cuando te encontrara, no me quedaría más remedio que aceptar la voluntad del destino. Pero no es así como funciona en absoluto. En todo momento, durante el resto de mi vida, te elegiré a ti: por encima de mi padre, por encima de mis propios intereses, incluso por encima de la familia De Clermont. —Los labios de Matthew presionaron los míos, silenciando mis protestas. No cabía duda de la convicción que había en aquel beso.
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La sombra de la noche de Deborah Harkness
Las pesadillas son como el cristal de las estrellas del señor Harriot. Son un truco de la luz que hace que algo distante parezca más cercano y mayor de lo que en realidad es.
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La sombra de la noche de Deborah Harkness
—Tal vez mis preguntas no necesitan respuestas con tanta urgencia como creía —repuso Matthew y, para demostrarlo, dejó el libro en el suelo, fuera de la vista—. Creí que me diría quién soy y por qué estoy aquí. Pero quizá ya lo sepa. Esperé a que se explicara. —Después de tanto buscar, he descubierto que soy quien siempre he sido: Matthew de Clermont. Esposo. Padre. Vampiro. Y que estoy aquí por una única razón: para lograr un cambio. |
¿De qué nacionalidad es Edgar Allan Poe?