Cada siete olas de Daniel Glattauer
Pues el único final sensato para un entrañable no encuentro es el encuentro. No te exijo nada, no espero nada de ti. Tan sólo necesito verte, hablarte, olerte una sola vez en mi vida.
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Cada siete olas de Daniel Glattauer
Pues el único final sensato para un entrañable no encuentro es el encuentro. No te exijo nada, no espero nada de ti. Tan sólo necesito verte, hablarte, olerte una sola vez en mi vida.
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Cada siete olas de Daniel Glattauer
NUNCA ME HAS IMPORTUNADO. Lo sabes. Para eso tendría que importunarme yo mismo, pues tú eres parte de mí. Te llevo siempre conmigo, a través de todos los continentes y todos los estados emocionales, como ideal, como ilusión de lo perfecto, como símbolo supremo del amor.
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Contra el viento del norte de Daniel Glattauer
Usted no es concreto, (...), no es tangible, no es real, es tan sólo una fantasía (...), ilusión de dicha infinita de los sentimientos, éxtasis apartado de la realidad, una utopía de amor hecha de letras.
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Contra el viento del norte de Daniel Glattauer
(...) hasta cierto punto uno sólo puede pedirle a los demás que sean lo que es uno: un montón de caprichos, un cúmulo de dudas de sí mismo, una combinación de divergencias.
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Contra el viento del norte de Daniel Glattauer
(...) creo que deberíamos dejarlo. Estoy volviéndome adicta a ti. No puede ser que me pase el día esperando un mensaje de un hombre que me vuelve la espalda cuando queda conmigo, que no quiere conocerme, que lo único que quiere de mí son mensajes, que usa mis palabras para crear su propia mujer, porque probablemente se agobie al máximo con las mujeres que mantienen encuentros reales con él. No puedo seguir así. Es frustrante.
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Contra el viento del norte de Daniel Glattauer
(...) no puedo dejar de pensar en ti sólo con dejar de escribirte y de esperar mensajes tuyos.
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Contra el viento del norte de Daniel Glattauer
(...)¿es para no tener que escribirnos más por lo que de repente nos ha entrado tanta prisa por reconocernos? El precio por mi curiosidad me resultaría demasiado alto.
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Contra el viento del norte de Daniel Glattauer
Te quise a pesar de saber que te iba a perder. Que cada día te perdía un poquito más, y yo seguía en el intento de llenarte el alma
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Contra el viento del norte de Daniel Glattauer
Los viejos tiempos no pueden repetirse. Como su nombre indica, son viejos. Los nuevos tiempos no pueden ser como los viejos. Cuando lo intentan, parecen viejos y agotados, como quienes los echan de menos. Nunca deberían añorarse los viejos tiempos. El que añora los viejos tiempos es un viejo añorante.
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Cada siete olas de Daniel Glattauer
Dejémoslo por hoy. No puede ser más bonito. Y quizá sólo pueda seguir siendo así de bonito si por una noche guardamos silencio.
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Cada siete olas de Daniel Glattauer
(...) esa mirada… ¡grábatela, por favor, por favor, por favor! Practícala antes de dormir, repítela al despertarte, ensáyala frente al espejo. No la derroches, no la desperdicies con otros, protégela de los asaltos y de la luz del sol, no la expongas a ningún peligro, ten cuidado de que no se te rompa al transportarla. Y cuando volvamos a vernos, ¡desenvuélvela! Pues esa mirada, querido mío, me alucina, me vuelve loca. Ya sólo por eso merece la pena haberme pasado dos años y medio esperando mensajes tuyos. Nadie me había mirado así jamás, (...)
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Cada siete olas de Daniel Glattauer
Pienso en ti cuando me place, siempre que me dé la gana y como me dé la gana. Nada me lo impide, nadie me detiene. ¿Sabes el alivio que es eso?
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Cada siete olas de Daniel Glattauer
Quienes dicen que no, no suele parecer que van a decir que no. De lo contrario ni siquiera se les pregunta.
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Cada siete olas de Daniel Glattauer
Hasta que por fin comprendí que no sólo le había contado los antecedentes de tu historia y la mía. Al mismo tiempo le había contado la historia de ella y la mía. Y se la había contado toda. Sólo nos restaba despedirnos.
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Cada siete olas de Daniel Glattauer
En realidad, al principio sólo quería pronunciar tu nombre y ver qué me pasaba.
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Cada siete olas de Daniel Glattauer
Cada mensaje personal, cada profundo pensamiento dirigido a ti debía justificarse y compensarse con un gesto de afecto hacia «ella». Así tranquilizaba mi conciencia.
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Cada siete olas de Daniel Glattauer
Otra vez, todavía: ¡TÚ! Mis armarios repletos de emociones cuidadosamente guardadas. Qué ingenuo fui al pensar que podían haber desaparecido por sí solos. Pronto me recordaste que no había final sin principio. Nos encontramos. Te vi. ¡TE VI! ¿Qué iba a decirte entonces? ¿Qué decir ahora?
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Cada siete olas de Daniel Glattauer
La vi y supe que debía enamorarme de ella. Ésa fue mi conclusión errónea, mi decisión equivocada: el «deber», el plan, la intención, mi esfuerzo perentorio. Me animaba el deseo de amarla. Vivía sólo para eso. Hice todo lo posible para amarla hasta el final. Salvo una cosa: nunca me cuestioné si la amaba.
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Cada siete olas de Daniel Glattauer
Quedamos en paz, fracasamos juntos, de un modo rotundo, elegante, perfecto, «sincronizado». Nos enseñamos nuestras decepciones, las amontonamos y las repartimos de manera equitativa. Cada uno tomó su mitad. Así fue como nos separamos.
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Cada siete olas de Daniel Glattauer
Si quieres verme, veámonos. Si no sabes si deberías verme, veámonos. Si no sabes si no quieres ver a nadie, debes verme a mí. Sólo si estás seguro de que no sabes si sería bueno para ti que nos viéramos, porque no puedes saberlo, no nos veamos. O sí, ¡veámonos también! Bueno. Basta ya. No quería ofrecerme con más discreción. No puedo ofrecerme con menos discreción. Y nunca más volveré a ofrecerme con tan poca discreción. ¡De verdad!
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¿Porque saben que en la Luna se puede extraer helio-3?