La nostalgia de la mujer anfibio de Cristina Sánchez-Andrade
Cuando se levantaba la veda, la playa se llenaba de mujeres. De rodillas o sumergidas en el agua hasta la cintura, rastrillaban los arenales.
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Calificación promedio: 5 (sobre 48 calificaciones)
/El ciclo de encuentros El pecado de leer llega a su cuarta edición con la propuesta de explorar a través de la lectura muchas de las circunstancias, situaciones o sustancias que hacen que nuestra mente se desordene. Los estados alterados, realidades alternativas, percepciones desmesuradas en ocasiones entendidas como estados de locura, nos muestran una realidad otra en la que nosotros somos otros también. Novelistas, poetas, ensayistas y periodistas, todos ellos lectores, compartirán con nosotros sus lecturas del catálogo de El libro de bolsillo de Alianza Editorial y nos contarán cuál es el estado alterado que encuentran en los libros. Porque hay otros mundos, y están todos en este. 5 ciudades, 4 estados alterados, 45 libros y un secreto Pánico, euforia, alucinación y enamoramiento. En cada encuentro, dos invitados y un moderador hablarán sobre uno de los estados alterados a través de los libros de bolsillo de Alianza Editorial. Comisaria del ciclo: Giselle Etcheverry Walker Pánico Martes 27 febrero 2024 19.00 h Librería Gil Calle Hernán Cortés, 23 39003, Santander Invitados: Rafael Manrique, psiquiatra y ensayista, hablará sobre: El Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de R.L. Stevenso y Maestros antiguos, de Thomas BernhardCristina Sánchez-Andrade, escritora, hablará sobre: El dolor, de Marguerite Duras y Juan Belmonte, matador de toros, de Manuel Chaves Nogales Introduce y modera: Guillermo Balbona, crítico de cine y poeta Otros títulos sobre el pánico: El caso de Charles Dexter Ward, de H.P. Lovecraft Cuentos 1, de E. A. Poe La isla del Dr. Moreau, de H.G. Wells Cuentos negros, de Ambrose Bierce El guardavía y otros cuentos de miedo,de Charles DickensDrácula, de Bram Stoker
La nostalgia de la mujer anfibio de Cristina Sánchez-Andrade
Cuando se levantaba la veda, la playa se llenaba de mujeres. De rodillas o sumergidas en el agua hasta la cintura, rastrillaban los arenales.
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La nostalgia de la mujer anfibio de Cristina Sánchez-Andrade
Allí no era Lucha, esposa, madre, ahora abuela, ni la percebeira, ni la redera. Allí, sentada frente al horizonte, solo volvía a ser aquella muchacha de dieciséis años que había ido a buscar el velo que le arrebató el viento.
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Ya no pisa la tierra tu rey: 353 de Cristina Sánchez-Andrade
Aprendimos que la riqueza no existe si no es por comparación con la pobreza, que la belleza casa bien con la fealdad y que, en su ambición por las alturas, el abnegado necesita de la admiración del vago. Aprendimos a complementarnos. Aprendimos que el trabajo es necesario, que el aburrimiento del trabajo rutinario y obligatorio no tiene en absoluto que ver con el aburrimiento del que no tiene absolutamente nada que hacer.
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La nostalgia de la mujer anfibio de Cristina Sánchez-Andrade
Los hombres, y en concreto aquel, que siempre le habían parecido despreciables, ahora le resultaban elegantes y divertidos. Empezó a ver el mundo de otra manera. Más brillante y limpio. Suspiro y no abismo. Por primera vez, reparó en las puestas de sol rosadas, en el sonido del mar, en el tintineo de los cencerros de las vacas y en el olor a hinojo que descendía de los pinares. Y la música, que nunca le había interesado, era ahora una fuente de placer y de entretenimiento. El sexo, un paisaje exuberante por desbrozar con machete.
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La nostalgia de la mujer anfibio de Cristina Sánchez-Andrade
-La memoria, señoras y señores, miente. Y, cuando no miente, es caprichosa: muchas veces selecciona los recuerdos que precisamente no sirven para nada. -Volvió a mirar a Lucha a los ojos-. De todas formas... debe saber usted una cosa. Vivimos de forma paralela dos vidas. Una es la que tenemos aquí, al alcance de la mano; la otra es la que pudo haber sido y, como no fue, pervive en forma de sueños, imágenes o incluso recuerdos.
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Alguien bajo los párpados de Cristina Sánchez-Andrade
Te voy a decir una cosa, porque tan vulgar es la indiferencia como las lágrimas más sentimentales. Por si aún no te has enterado con todo lo que te dije… Te quiero .Hale, ya está dicho. Debería haberlo dicho antes, mucho antes. Pero tenía miedo. Miedo de quererte. Miedo de que te marcharas, de que me traicionaras como todos los demás. Por encima de todo, no sabía que el amor es un animal voraz que necesita su alimento diario
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La nostalgia de la mujer anfibio de Cristina Sánchez-Andrade
No entendía lo que le pasaba. Estaba irascible y sentía una presencia constante. Era anhelo, y no quería luchar sino entregarse a él. Estaba borracha de anhelo, pero necesitaba sentirlo, gozar del dolor, caer en el agujero profundo de su ser, bajar y bajar y bajar.
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Ya no pisa la tierra tu rey: 353 de Cristina Sánchez-Andrade
Pero de ilusiones se vive, ¿verdad?, al menos por una temporadita, y a mí esas ilusiones me han hecho feliz. Aunque las ilusiones sean como la madera carcomida: arden y se queman al primer contacto con la realidad.
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La nostalgia de la mujer anfibio de Cristina Sánchez-Andrade
Un hombre que se hacía llamar Ziggy Stardust, ¿Ziggy qué? Estar, é como estar, estar dous, non sabe?, pero al que nadie llamaría así, entre otras cosas porque los lugareños eran incapaces de pronunciar ese nombre.
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La nostalgia de la mujer anfibio de Cristina Sánchez-Andrade
Lucha aspiraba el olor que él traía de los clubs de alterne del puerto: a sudor, a maquillaje sofocante y pesado, a lo que huele la soledad del hombre en la piel de la mujer.
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Los nombres de personajes en un libro aparecen: