Horace de Corneille
La sólida virtud de la que me envanezco no admite en su firmeza debilidad alguna; y es un honor bastardo empezar la carrera y al dar el primer paso ya mirar hacia atrás. Nuestra desdicha es grande, llega al grado más alto; entera está en mi mente, pero no tiemblo; y fuese quien fuese el que mi patria en combatir me emplea, con alegría acepto ciegamente esta gloria; la de que nos confieran semejantes mandatos nos debe sofocar los demás sentimientos. Quien piense en otras cosas, a punto de servirla, con mezquindad empieza a cumplir su deber |