Sobre el duelo de Chimamanda Ngozi Adichie
La pena no es diáfana; es sólida, opresiva, una cosa ópaca. Pesa más por las mañanas, después de dormir: un corazón plomizo, una realidad terca que se niega a moverse: no volveré a ver a mi padre. Nunca más. Es como si me despertara solo para hundirme cada vez más. En tales momentos estoy segura de que no quiero volver a enfrentarme al mundo.
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