Apostando al Rey de Carol S. Brown
Clarisse la miró agradecida y Alyce le apretó las manos con fuerza, para que supiera que no estaba sola. ¿Si no se ayudaban entre ellas, quién iba a hacerlo?
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Apostando al Rey de Carol S. Brown
Clarisse la miró agradecida y Alyce le apretó las manos con fuerza, para que supiera que no estaba sola. ¿Si no se ayudaban entre ellas, quién iba a hacerlo?
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El color del coraje de Carol S. Brown
-Gwen -La llamó. Ella alzó la vista y Nick se dio cuenta de que trataba de contener las lágrimas. Odió a todos los presentes por permitirlo y, sobre todo, a la marquesa viuda por provocarlo-. Haz lo que desees.
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Apostando al Rey de Carol S. Brown
[...]-. Lo que somos... Lo que soy... significa la horca. Si le preguntas a cualquier persona con la que nos estamos cruzando te dirá que está mal. Que estoy enfermo por no desear a una mujer. -Escúchame bien, Rhys.-La mirada de Alyce era puro fuego-. El amor no está mal. Nunca puede estarlo. |
Jaque al Lord de Carol S. Brown
No sabía si Gabriel era su mitad, pero quería creer con toda su alma que era la persona indicada.
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Jaque al Lord de Carol S. Brown
—Solo es la opinión de una persona cuyo nombre real ni siquiera conocemos. ¿Qué crédito puede tener? —El que le da la gente que la lee —respondió él—. Que es mucho. |
Jaque al Lord de Carol S. Brown
Quizá las personas se pasan la vida buscando a su otra mitad, pero a veces no hace falta llegar tan lejos. Basta con encontrar a la persona indicada, aunque ambas partes no encajen del todo.
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Alas de cristal de Carol S. Brown
-Claro, estoy segura de que me dejaréis escoger -Soltó una risa sardónica y su padre la miro, algo sorprendido por su reacción-. Espero que mamá y tú os divirtáis y elijáis bien. Al fin y al cabo, frente a la gran y perfecta marquesa de Blackmore mi vida nunca ha contado para nada. Yo me limitaré a ir hacia el altar, como la mujer florero que se espera que sea.
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Jaque al Lord de Carol S. Brown
-El amor duele y asusta, Belle -le explicó después de darle un beso en el pelo-. Pero también es algo maravilloso que nos colma de felicidad. Tienes que saber aceptar ambos lados con los brazos abiertos
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Alas de cristal de Carol S. Brown
Por supuesto, nadie preguntaba a las muchachas si ellas querían ser esposas y madres. Era algo que simplemente se daba por hecho.
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Jaque al Lord de Carol S. Brown
Le sonrió y el corazón le dio un vuelco cuando él le devolvió la sonrisa, ajeno a su reciente epifanía. No sabía si Gabriel era su mitad, pero quería creer con toda su alma que era la persona indicada.
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Apostando al Rey de Carol S. Brown
No sabía si Rhys era su destino, pero Dios sabía que quería que lo fuera.
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Apostando al Rey de Carol S. Brown
Era un milagro que Simon no hubiese trepado hasta la lámpara de araña del salón de baile para gritarlo a los cuatro vientos, pensó con ironía.
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Apostando al Rey de Carol S. Brown
-Estoy siguiendo una pista.-Otterbourne se pasó una mano por su abundante pelo castaño-. Si usted no me jode a mí, yo no lo haré tampoco. Mike respondió con ironía. -Es con Buch con quien debe sincerarse si quiere seguir aquí.-Se encogió de hombros-. A mí ya me han jodido bastante estos últimos años, gracias. |
Jaque al Lord de Carol S. Brown
Cuando te vi por primera vez en este mismo lugar tuve un buen presentimiento, como si te conociese desde siempre y tú pudieses entenderme a la perfección. Y supe, no sé cómo, que serías muy importante para mi.
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Alas de cristal de Carol S. Brown
—Te llamo Mariposa porque me recuerdas a ellas —comenzó con voz grave—. Por fuera eres bella y pareces frágil, con alas de cristal, pero un simple aleteo tuyo se nota al otro lado del mundo.
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Alas de cristal de Carol S. Brown
Si aquella mirada fuese música, sería la más bella de las composiciones. Y ella quería tocarla hasta que su violín se desgastase.
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El color del coraje de Carol S. Brown
Gwen era adictiva y ponía sus sentidos al límite. Aún no entendía cómo se había resistido tanto a ella. Deberían darle una medalla a la determinación. O al control férreo.
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El color del coraje de Carol S. Brown
—Eres una mujer muy atractiva, Gwen. —Se sonrojó hasta la raíz del pelo al escucharle—. Con tus ojos preciosos, tus numerosas pecas y tu cabello del color del fuego. Y no tengo que comprobarlo para saber que tienes un cuerpo precioso. Ya se ve a simple vista.
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La edad de la inocencia