Las malas de Camila Sosa Villada
Pero los milagros existen. Están a la altura de la mano. Es solo que nos cuesta distinguirlos. Quizá nuestro triunfo haya sido ese, que seamos inocentes de ignorar nuestro milagro.
|
Las malas de Camila Sosa Villada
Pero los milagros existen. Están a la altura de la mano. Es solo que nos cuesta distinguirlos. Quizá nuestro triunfo haya sido ese, que seamos inocentes de ignorar nuestro milagro.
|