Qué difícil es ser dios de Arkadi Borís Strugatski
– (…) ¿y si usted pudiera aconsejar a dios? (…) ¿qué le aconsejaría usted a dios? ¿Qué piensa usted que debería hacer el todopoderoso para que pudiéramos decir: sí, ahora ya es bueno el mundo? (…) – Yo le diría al todopoderoso: Creador, desconozco tus planes y es posible que en ellos no entre el hacer a los hombres buenos y felices. Pero, ¡haz que así sea!; ¡Es tan fácil! Haz que los hombres tengan pan, carne y vino que necesiten, dales techo y vestido. Haz que desaparezca el hambre, la necesidad y todo aquello que divide a las personas. (…) – Dios le contestaría a usted: Eso que me pides no beneficiaría a los hombres, porque los fuertes del mundo le quitarían a los débiles lo que yo les diera, y estos últimos seguirían siendo pobres. – Entonces yo le pediría a dios que protegiera a los débiles. Haz que entren en razón los gobernantes crueles, le diría. – La crueldad es la fuerza. Si los gobernantes perdieran su fuerza vendrían otros más crueles a sustituirlos. (…) – Castiga a los crueles– dijo resueltamente para que sirva de ejemplo a los fuertes y no se atrevan a emplear la crueldad con los débiles. – Pero el hombre nace débil, y solamente se hace fuerte cuando a su alrededor no hay otros más fuertes que él. Cuando hayan sido castigados los fuertes crueles, sus sitios los ocuparán los débiles más fuertes, que también serán crueles. Así que necesitaré castigar a todos –se extrañó Rumata– cosa que yo no quiero hacer. – (…) Haz entonces que los hombres reciban todo y que no se quiten unos a otros lo que tú les des. – Esto tampoco beneficiará a los hombres –suspiró Rumata, porque si reciben todo de mis manos, así, de balde, sin ningún esfuerzo, se olvidarán de lo que es el trabajo, perderán el gusto de vivir y se convertirán en animales domésticos, a los que en adelante tendré yo que alimentar y vestir eternamente. – ¡No les des todo de repente! –dijo Budaj acalorado. ¡Dáselo poco a poco! – Poco a poco ellos mismos pueden conseguir todo lo que les haga falta. (…) – Me parece que ya hemos probado todo. Sin embargo (…) aún queda una posibilidad: Haz que a los hombres les guste más que nada el trabajo y el estudio, que el trabajo y la sabiduría sean el sentido único de la vida. (…) – Yo podría hacer eso –dijo–. Pero, ¿vale la pena quitarle la historia a la humanidad? ¿Vale la pena cambiar una humanidad por otra? ¿No es lo mismo que barrer esta humanidad de la faz del planeta y crear otra nueva en su puesto? – Entonces, señor, bárrenos de la faz del planeta y crea otros más perfectos… o, mejor aún, déjanos así y permítenos seguir por nuestro camino, – Mi corazón está lleno de piedad –dijo Rumata despacio. Yo no puedo hacerlo. |