La pasión de Mademoiselle S. de Anónimo
Fui feliz, tan feliz... Sentía crecer en ti el deseo. Tus ojos tenía ese extraño destello que me fascina y me turba, y qué aire victorioso el tuyo cuando me atabas las manos... Yo jadeaba expectante, esperaba esa prueba con toda la fuerza de mi amor. No quería defraudarte. ¿Lo conseguí, amor mío? Sufría, desde luego, bajo tus latigazos, pero ¿no sentía acaso la caricia de tus labios sobre mis nalgas doloridas?
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