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Los niños tontos de Ana María Matute
"EL ESCAPARATE DE LA PASTELERIA" El niño pequeño, de los pies descalzos y sucios, soñaba todas las noches que entraba dentro del escaparate. Tras el cristal había tartas de manzana, guindas rojas y salsa de caramelo, que brillaba. Aquel niño pequeño iba siempre seguido de un perro descolorido, delgado. Un perro de perfil. |
Olvidado rey Gudú de Ana María Matute
Si bien la inteligencia tiene un límite, la tontería y la malicia no tiene fondo visible o alcanzable.
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Olvidado rey Gudú de Ana María Matute
Ciertamente, no solo de osadía, astucia y valor se hace la historia de los hombres. A menudo el azar, las circunstancias propicias, la aparición de una misteriosa estrella, ayudan no poco a la consecución de sus empresas.
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Fiesta al Noroeste de Ana María Matute
Y los ojos de Juan Niño le veían montar a caballo, en el patio, y cruzar la empalizada, y veía cerrar la gran puerta de madera tras él. Y Juan Padre tardaba, siempre tardaba. Se iba como todos los hombres y todas las mujeres, como el dulce tono malva de nuestro invierno y como el tiempo de las uvas y como las hojas. Y cuando volvía, uno lloraba por lo que antes sonreía, y sonreía por lo que antes hacía llorar.
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El río de Ana María Matute
A veces le veía volver por el camino de la Umbría, despacio, la mano agarrada a la correa del zurrón. El pastor niño es pensativo, más bien callado. Va a la escuela cuando no tiene cosas más urgentes que hacer. En el otoño, cuando las lluvias son frecuentes, el pastor niño llega mojado, los largos mechones de su pelo negro pegados a la frente. No parece tener frio, ni calor, ni sed, ni hambre. Es una criatura distinta, lejana.
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Primera memoria de Ana María Matute
¿Será verdad que la vida arranca de escenas como aquélla? Será verdad que de niños vivimos la vida entera, de un sorbo, para repetirnos después estúpidamente, ciegamente, sin sentido alguno?
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Primera memoria de Ana María Matute
Qué extranjera raza la de los adultos, la de los hombres y las mujeres. Qué extranjeros y absurdos, nosotros. Qué fuera del mundo y hasta del tiempo. Ya no éramos niños. De pronto ya no sabíamos lo que éramos
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Primera memoria de Ana María Matute
No entiendo nada de lo que ocurre en la vida ni en el mundo, ni alrededor de mí: desde los pájaros a la tierra, desde el cielo al agua, no entiendo nada.
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Paraíso inhabitado de Ana María Matute
Se es de donde se quiere ser, y se pertenece a quienes se desea pertenecer... Lo mismo que al revés.
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El saltamontes verde y otros cuentos para niños de Ana María Matute
Tiraron del hilo para meter al pobre animal en la charca y ahogarlo. Y, en aquel momento, Yungo notó la mirada del saltamontes. Era una mirada extraña. Dos ojos diminutos que se clavaban en él, como dos finísimas y largas agujas de oro. Ningún animal le había mirado de aquel modo. Y entonces ocurrió algo extraordinario. Una voz llegó hasta él: —¡Sálvame, Yungo |
Los de la tienda, El maestro, Toda la brutalidad del mundo de Ana María Matute
La vida es un dilatadísimo segundo donde cabe el gran hastío, donde el tiempo no es sino una acumulación de vacíos y silencios; y las espaldas de los muchachos son como débiles alones de un pájaro caído; y no cabe el peso de la tierra, del hambre, de la soledad: no cabe la larga sed de la tierra en la espalda de un niño.
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Los de la tienda, El maestro, Toda la brutalidad del mundo de Ana María Matute
No en un día, ni en el día a día, cambia el corazón. Es partícula a partícula de polvo como van sepultándose la ambición, el deseo, el desinterés, el interés, el egoísmo; el amor, al fin.
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Los de la tienda, El maestro, Toda la brutalidad del mundo de Ana María Matute
Encima de la puerta, sobre la cal, descubrió un murciélago. Parecía pegado, con sus alas abiertas. -¡Chico! -llamó al niño que fregaba los vasos en el balde. Un niño con el ojo derecho totalmente blanco, como una pequeña y fascinante luna. Sus manos duras, de chatos dedos, llenos de verrugas, estaban empapadas de crueldad. Levantó la cabeza, sonriendo, y se secó el sudor de frente su con el antebrazo. El agua jabonosa le resbalaba hacia el codo. -Chico, ahí tienes al diablo. |
Aranmanoth de Ana María Matute
Quizá la nostalgia sea un deseo; o el resplandor de un tiempo en el que creíamos ser felices.
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Aranmanoth de Ana María Matute
¿Qué es el corazón que, a veces, tanto duele? - El corazón es eso que tenemos dentro y que la emprende a patadas, o simula paz, o llena de frío o calor nuestra naturaleza. El corazón, Aranmanoth, es el gran depredador.
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Olvidado rey Gudú de Ana María Matute
-Yo seré Rey - dijo la niña Al oírla la madre se estremeció, y le tapó la boca con la mano. - Las mujeres no son Reyes - dijo - ¡Y creo que es una gran suerte para nosotras! |
El río de Ana María Matute
No es fácil sentir piedad a los diez años. se siente admiración, miedo, estupor, desprecio. Pero la piedad es un sentimiento adulto, un tanto gastado, como el propio corazón. A los diez años se ama locamente cualquier cosa: la hierba, el aire, el amigo, las propias manos. No se apiada uno de nada, ni de si mismo.
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Es un retelling de...