Querido cupido: Aparta esa flecha de mí o vas a necesitar otro pañal de A. R. Cid
―Algún día te haré daño. Me odiarás como no has odiado a nadie y te arrepentirás de haberme conocido. ―Yo jamás haría eso. ―No es una pregunta, solo cuestión de tiempo. ―Al fin dejó de huir. Me pilló desprevenida y me abrazó―. Te quiero demasiado para dejar que te acerques tanto a mí. Somos amigos, ¿no es suficiente? ―Nunca hemos sido solo amigos. Lo sabes ―susurré triste, pequeña, vencida. Cansada de aquella eterna conversación que siempre terminaba abruptamente. ―Yo siempre estaré a tu lado, te apoyaré para que no caigas y disfrutaré de tus éxitos. Somos un equipo y estaré contigo siempre, pero no puedo darte lo que deseas de mí. ―Ante sus palabras perdí las mías. Todos los argumentos que había tejido diestramente durante la noche desaparecieron. Era la niña tonta de siempre. ―Gracias. |