Pensar como un iceberg de
Olivier Remaud
Puede que al primer golpe de vista los icebergs ofrezcan un aspecto inerte. Pero cuando el glaciar pare o una masa flotante gira, ya no existe decorado establecido. Los icebergs son muy expresivos cuando nacen o se dan la vuelta. Nos recuerdan hasta qué punto el hielo es una materia en tensión, a la vez dura y vibrátil. Este tipo de acontecimiento hace al espectador incapaz de representarse realmente la realidad. Los volúmenes se imponen con tanto poderío que se relacionan drásticamente con un mundo ajeno. Así pues, lo mantienen a distancia. Varios minutos después todavía faltan las palabras, como si el vocabulario hubiera perdido sus recursos habituales. Las figuras de estilo no alcanzan a describir la animación repentina de un cuerpo al que generalmente no se le concede ninguna vida. Todo el mundo intuye que el lenguaje no es suficiente. El único modo de anticiparse es prestar atención a los sonidos.