La huida del heresiarca de Manuel Cabezas Velasco
«Quedaban ya lejos aquellas pardas llanuras de la meseta castellana yendo en busca de la luz que albergara un rayo de esperanza en tierras orientales. Eran estos tiempos de huida, aquellos en los que no comulgar con el dictamen de la Cruz suponía oficiar una sentencia condenatoria prácticamente segura…». —¿Qué estás haciendo, Ismael? ¿Qué llevas escondido detrás de ti? —recriminó el maestro al curioso aprendiz. —Señor, …no es nada. Sólo leía un pedazo de pergamino. —Entrégamelo de inmediato. Sin rechistar, la respuesta del joven fue rápida, acatando la orden de su maestro. El maduro impresor miró al jovenzuelo con tristeza y melancolía cuando vislumbró ante sí el texto que se desprendía de aquel papel. En ese preciso instante le asaltaron a la memoria los tristes acontecimientos que giraban en torno al contenido de aquellos garabatos que tantos recuerdos le despertaron. |